Tu presencia ilumina mis días de una manera que no puedo explicar del todo. Desde que te vi por primera vez, he sentido una admiración profunda por tu manera de ser y la calidez que irradias. Cada palabra tuya, cada gesto, tiene un impacto en mí que nunca antes había experimentado.

Sin embargo, cada vez que te observo rodeado de tantas personas que también valoran tu compañía, me invade una sensación de desánimo. Pareces tan distante, tan elevado, como una estrella en el cielo, rodeada de constelaciones que también buscan tu luz. Es en esos momentos que mi confianza se tambalea, y me siento diminuta entre la multitud que también anhela tu atención.

Me pregunto si alguna vez podrías notar mi presencia entre tantos. Mi corazón late con una mezcla de emoción y tristeza, porque aunque me siento atraída hacia ti de una manera inexplicable, temo que mis sentimientos no sean más que un eco en el bullicio, perdido entre los deseos de otros que también buscan tu cercanía.

Mis pensamientos son como un jardín secreto, floreciendo en silencio, oculto de la vista. Me encuentro soñando con la posibilidad de que algún día puedas descubrir ese jardín, de que mis palabras y mis pensamientos lleguen a ti de una manera que resuene en tu corazón.

Pero la realidad me recuerda constantemente lo difícil que es destacar entre tantos. Aun así, cada día me levanto con la esperanza de que quizá, solo quizá, el destino nos tenga reservada una sorpresa, y que algún día, tu mirada se cruce con la mía, no solo de pasada, sino con una chispa de reconocimiento y curiosidad.