Probablemente haya advertido la frecuencia con la que menciono a un autor en particular. Como muchos, inicié con su obra más ligera, aunque no por ello menos profunda; Noches Blancas. Me impulsó, sin duda, a leer más a Dostoyevski, incluso cuando sus extensos diálogos me parecían un hastío, ahora soy quien lo disfruta en toda su extensión en sus otras obras, y por ello guardo un aprecio especial por este libro. Además, sabrá usted ahora que mi corazón es demasiado amplio y debo hacer menciones honoríficas a El túnel de Sabato y La peste de Camus, también ocupan un lugar privilegiado.