Jesús, me he esforzado repetidamente en negar esta aberración. Mi afecto hacia mi mejor amigo no posee connotaciones románticas o en su caso, segundas intenciones. Más bien, nuestro vínculo se caracteriza por un obvio cariño y palabras de afirmación. Evidentemente, quien no está habituado a observar tales expresiones dirigidas a un mejor amigo puede interpretarlas erróneamente. Él no me atrae, ni yo le atraigo. Nuestro aprecio es genuino.

En absoluto. Nadie retiene mi atención; por ende, me hallo en una paciente espera del ser capaz de cautivar y agitar mis sentidos.

Carisma, labia, elegancia e inteligencia.

Erróneo, me atraen tanto hombres como mujeres.

Temo comentarte que en realidad jamás he seguido un patrón preciso, únicamente me dejo llevar con los trazos del pincel sobre la dirección en la que se dirige lo volatil de los pelos. El cabello, en mi opinión, es de las partes más tediosas y tardadas si te consideras perfeccionista. No considero hacerlo del todo grato, aún me falta muchísimo, pero trataré de aconsejarte si deseas acercarte a mi privado.

Agradezco tu interés. Sí, no me encuentro en una relación.

Buena tarde, anónimo. Siento mi previa desinformación respecto a los mensajes, recientemente he comenzado a activarme lo suficiente, así que no me reprendas demasiado. Debido a que no poseo noción de tu persona, con toda confianza te invito a nuevamente, hablarme.

Así es. Normalmente como humanidad solemos ser bastante despistados, estaré aguardándote.