Tengo una libreta que realicé a mano por un fin muy especial. Quería plasmar en papel las pequeñas anécdotas que me dejaban una sonrisa a lo largo de los días, para después recordarlas en momentos de tempestad, así no olvidaría cada cosa que me significó felicidad incluso cuando ésta parecía ser un poquito lejana e imposible de alcanzar.

Con el paso de los días y poco a poquito algunas páginas se maltrararon y en las cubiertas noté ligeras marcas de uso. Al inicio pensé en utilizarla un poco menos para que me acompañara por mucho más tiempo, sin embargo, después lo pensé y esa idea abandonó mi mente, pues esas ligeras marcas de uso representaron mis emociones, recuerdos y aprendizajes. Una que otra lágrima que cayó entre sus páginas, ¿cómo dejar a la deriva tan bellas marcas cuando aún habían páginas en blanco por llenar? Con ello entendí ese valor. Vi que cada marquita que generó no la hizo menos perfecta o inservible, y si bien no es eterna, marca un periodo de tiempo preciado que me acompaña ahora, pero que un día volará para dejar solo un recuerdo gracias a mis palabras.