Aquí sucede que nadie se gestiona igual, nadie vive igual los traumas ni vivencias, nadie siente con la misma intensidad y nadie procesa igual sus emociones. Por lo tanto, podemos tener a dos personas que han vivido sus vidas exactamente igual y en cambio puede ser que uno se haya quedado con aprendizajes positivos muy marcados y por ello su vida sea más amena y calmada en la adultez, sanando y buscando su tranquilidad. Y en el otro caso, podemos ver que la parte contraria no ha sanado, ni sacado un aprendizaje de todo lo que ha vivido, más bien evade mejorar y decide buscar en lugares y personas revivir sus traumas y dolencias, por eso mismo su vida se limita a la tristeza constante. Todo siempre depende de la persona y como ninguna persona es igual entonces no importa lo iguales que sean sus vidas, uno podría convertirse en profesor y el otro en asesino. Es curioso pero es así. Todos somos un mundo interno muy diferente.