Aquella agonía que asesinaba en la melancolía junto con el pecado que jamás generé, lo hice y me alejé, llorando y sin pensar lo logré pese a que a veces me hagas falta, lo nuestro como humo fue. Era mejor antes de perderme y ahogarme entre el mar de pensamientos en una combinación de sentimientos que harían heridas crecer. La fuerza de mis manos se agotaba y te solté, cargamos tanta historia en esta vida que no quería vivir con todo lo que sucedía. Sólo quería alejarme un momento sin pensarte un minuto pero me fue imposible pues si alguien me pregunta si te quise sólo podré decir que te adoré. Yo sabía perfectamente que no debía decirlo pero lo hice, no era la mejor opción pero ganó más el impulso a la razón; luego apareció, donde amargamente eran sólo ustedes dos, yo ya no existía.

Yo sólo contaré la historia donde alguna vez fuimos felices y bajo la primera carta que te escribí, bajo el mismo sello, te dejo ir y que seas feliz.