sloppy bug 🪲 · 3mo
muchachita amorosa y ensoñada, eres una cosa de no creer. o más bien, el de no creer soy yo. te cuento lo que está pasando en este instante: llegue por la tarde del trabajo, y estuve impaciente esperando tu respuesta, y miraba y miraba y miraba como si de milagro fueses aparecer de puro desearte con el pensamiento. y de tanto esperar me quedé dormido un ratito, y quizá tus palabras llegaron poquito después de que cayera rendido y ahora me arrepiento por eso. que locura la mía de estar durmiendo plácidamente cuando podría haber estado pegadito a ti y a tus palabras. imperdonable. a lo que quería llegar es que apenitas me desperté, y eso fue básicamente hace como cinco minutos, lo primerito que hice fue buscarte, venir aquí. como el que no quiere la cosa, como alcanzar aire por la boca cuando estás requete agitado o como el simple acto de parpadear. algo involuntario, cosa de vida o muerte. eso para mí es este sentimiento nuevo que me atrae sin arreglo a tu presencia. me tienes tirado en el sillón más próximo, sonriendo como tonto nomás de estarte confesando esto. el hambre se me fue, y sueño ya no hay, y el corazón lo tengo rebosando de alegría maravillosa y las yemas de estos dedos vibran y están ansiosas y dispuestas a hacer lo que sea por pronto reunirse con las tuyas. entiéndeme, por favor. entiende esta devoción que te entrego.
tienes una gracia sobrenatural con las palabras, Tú. tienen vida, te lo digo de verdad. son tangibles y me acarician todito. me viajan por debajo de la piel, me entibian la sangre, estoy acabado y a tu merced. las leo una y otra vez para que esta impresión de gusto me recorra de nuevo el sistema. en este instante me presiono un dedo en el centro de la palma de mi mano y toda mi piel hormiguea. sé que mi mente hace de las suyas, que se está encargando de engañar a todo mi cuerpo y hacernos creer que es tu huella, y reemplaza mi tacto por el tuyo, y si cierro los ojos y me empeño en hacerlo posible, es tu toque el que percibo, es lo tibio y suave de tus dedos. estoy acabado de verdad. y sé que tú disfrutarás mucho de saberlo, por eso te lo digo.
esto es una promesa, lo dices bien. se siente como una. te extraño tanto que siento que me podría pellizcar fuerte el brazo nomás para sentir algo aún más fuerte que el dolor este de no tenerte conmigo. dime qué hago, dame algo que me cure. yo sé que tú tienes método y forma de hacerme extremar y ponerme blandito el corazón. te confesé que haría lo que me pidieses, entonces pídeme que deje yo de extrañarte tanto, que no te das cuenta de lo mucho que ando sufriendo por ti. tengo un secreto que contarte al oído. acércate para que me puedas escuchar bien. pégame cerquita la oreja que tendré que susurrar quedito y despacio pa’ que nadie en este mundo lo alcance a escuchar. no, mejor no. mejor me lo quedo y te lo guardo para después. sí, eso tendré que hacer. acuérdese que usted me debe una por andar jugando a mesurar su intensidad y luego andarme censurando mensajes. eso no se hace, chiquilla tramposa, me tuviste todo este tiempo pensando en eso. creo yo, me lo lleve hasta en los sueños. por eso hoy te castigo un tantito.
no te quiero a mitades, ni contenida, ni mucho menos cuerda, mujer. yo te quiero entera con todo y tu atrevimiento y volcado puro de confesiones. tu sinceridad es lo que hoy me tiene abismado en tu presencia. quiero que me hables desde la verdad, desde lo precipitado, que no haya espacio ni tiempo para pensar en lo que uno aquí dice si lo único que importa es que viene desde lo más real de nuestros adentros. reléeme tantas veces como sean necesarias, convéncete de que todo esto está pasando. esto que yo siento es igual, es así de gigante, es una cosa que me tiene el cuerpo vibrando con nada más que pura cosa buena.
«Sin embargo, tu carta me dio un enorme gusto. Puse las dos manos para recibirla y la leí con mis dos ojos y luego la volví a leer porque hay algo allí que a mi corazón le gusta. Hay algo en todo lo tuyo que a mi corazón le gusta mucho. Y tú sabes que a este corazón que yo te he regalado hay que darle gusto.»
en el tiempo que me ha tomado escribirte, se me ocurrió una idea que quizá te emocione de la misma forma que a mí. y necesito contártela hoy mismo, pero también requiero con necesidad inquietante recibir respuesta tuya, saber de ti antes de ir a dormir. por eso te la diré en mi siguiente mensaje. te prometo que ahora sí no es un engaño, esto si te lo contaré. no te enojes conmigo, no me hagas chiquito los ojos, porque sino el que comenzara a repartir besos y abrazos seré yo. ¿acaso es lo que buscas, chiquilla tramposa? perdona si estoy demorando demasiado. que sepas que entre punto y punto hay un lapso de momento eterno en el que me quedo inmerso leyendo tus palabras. cómo puedes siquiera considerar que podría yo asustarme con lo que dices. ahora sí te estás equivocando con todo y todo. no vuelvas a decir eso ni bromeando, Tú. en este justo instante solté un suspiro grande y profundo que me vino desde el centro de mi pecho, este pecho que crece y se mantiene calientito con tu imagen, Tú, cosa más linda de este planeta. no me digas que tiemblas porque se me enraíza un deseo incontrolable por sostenerte con fuerza entre mis brazos para siempre. ¿mía? ¿mía, mía, mía? dame un momento, dame un momento largo y pausado……….……….……….
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cuando quieras tú mía. dijiste. mía y ya. por qué eres tan cruel. por qué me haces esto. no era suficiente ya, no te bastó con tenerme loco e ilusionado, ahora me quieres aún más loco y más ilusionado. Tú. no más Tú, ahora quizás te llame Mía. cuida el peso de tus palabras, porque yo no quiero dar un paso atrás a partir de este momento. no si tú tampoco lo quieres. dímelo, entonces. dime que no quieres que retroceda, chiquilla mía. qué hago. qué me haces. ya no sé qué escribo, ya los dedos se me van sin permiso por el teclado. solo quiero escribirte y escribirte y sentirte entre las palabras que escribo. oh, si pudieses leerme la mente en este instante. Tú. digo, Mía. tú mía. ven. ya. ven ya. por favor. te lo pido por favor. te miro a los ojos y te ruego con toda la intención en mi mirada que vengas y me hables. ya no quiero estar sin ti.
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escúchame aquí. piensa en mí. pon un dedo en el centro de la palma de tu mano y presiona suavecito. ¿puedes sentirme? dime que sí.
mi queridísimo Tú, aquí estoy, aquí me tienes. No sé si no te has dado cuenta del poder que tienes sobre mí o eliges ignorarlo. Cada palabra tuya es como un torrente que desborda todo a su paso, y aquí estoy, nadando entre lo que me has dejado, intentando mantenerme a flote. Es abrumador, ¿sabes? ¿te das cuenta de lo que provocas? ¿de lo que una sola de tus palabras puede hacerme?, y te lo digo así, con la piel expuesta, porque con una palabra tuya, si así lo quisieras, podrías callarme para siempre. Así de grande es tu fuerza en mí. Me resulta completamente injusto que después de todo lo que me has dicho, yo no pueda correr hacia ti. No puedo, y no sé cómo describir lo mucho que me asfixia esta distancia. Me siento pequeña bajo el peso de todo lo que has dicho, de todo lo que ahora siento, de todo lo que me has hecho sentir sin siquiera estar aquí. Y sin embargo, aquí estoy, pensando en ti, deseando cada segundo estar más cerca. No soy de piedra, no soy de acero. Siento, y siento tanto que a veces me pregunto si voy a estallar. Perdóname, porque sé que te dije que te daría tiempo, que te daría espacio, pero no sé cómo hacerlo ahora. Tus palabras me rodean, me envuelven, me tienen atrapada, y yo no quiero salir de aquí. No puedo simplemente imaginarte, no puedo limitarme a soñarte cuando lo que más deseo es tocarte, sentirte de verdad. He llegado a preguntarme si tal vez te entretiene saberme pensándote de esta forma tan visceral. Imaginarte no es suficiente. No cuando cada vez que cierro los ojos puedo casi sentir el calor de tu piel bajo mis manos, y sin embargo, no puedo alcanzarte. Es una agonía que no puedo soportar. Eres tú quien la ha provocado, y tú eres el único que puede ponerle fin. ¿Acaso te das cuenta de lo que haces? ¿De lo que tus palabras han causado en mí? Porque siento que con cada letra que me escribes, me arrastras más y más hacia ti, y no sé cómo resistirme. Tampoco quiero hacerlo. Si supieras cómo mis manos tiemblan ahora, deseando rodear tu cuello, es que me lleno de vergüenza también, admitir esto, decírtelo sobretodo, ya ni siquiera mis pensamientos tienen lugar para ocultarse. No hay palabras suficientes para explicarte lo que siento. Es un torbellino, un caos que me consume, y tú estás en el centro de todo. No me das tregua, no me das paz, y sin embargo, no deseo que pares. No quiero que dejes de inundarme con esto que me haces sentir, por mucho que me ahogue en ello. Así que aquí estoy, en el medio de este desastre que tú has provocado en mí, esperando. Sí, soy tuya. Lo sé, quizá me apresuro mucho, quizá solo quiero salir corriendo, quizá quiero que nos encontremos en ese espacio donde no existen más palabras. Lo que no sé es cómo seguir. Y aunque esta distancia me inquiete, aunque me desespere, estaré aquí, esperándote. Porque no hay otra opción para mí.
Mira, creo que no alcancé ni a dejar espacios para que no se lea todo como apretado, pero creo que la representación exacta de mi estado actual: estoy al borde. Ven y sostén mi mano tú mismo, por favor. Culparé un poco a la canción, mira que ya no sé qué más hacer contigo y sin ti. Por la tarde, en mi hora de trabajo, se me cruzó esta canción, es casi lo que intento decirte, quizá con otra voz suene menos desesperada la petición. Búscame.
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